Ernesto Carratalá. Sotanosaurus Reig Pla

Reig_Pla

El doctor en Filología Románica y catedrático (jubilado) de gramática parda del castellano Ernesto Carratalá ofrece el siguiente ejemplo cachondo del verbo creer, de tan frecuente uso entre los no creyentes: «A lo mejor, el monseñor Reig Pla se cree que los demás nos creemos que él cree en el infierno (¡ja, ja!)».
Ernesto Carratalá

N.B.: Juan Antonio Reig Pla, es obispo de Alcalá de Henares y colecciona genialidades científicas, fruto de ese morbo con el que viven obsesionados la sexualidad quienes dicen renunciar a ella. Entre otras perlas, afirmó que hay menos maltrato en el matrimonio católico que en las uniones civiles, presidió una misa con la bandera preconstitucional para la ultraderecha y es autor de una guía para curar la homosexualidad. También forma parte de la comisión episcopal para la Doctrina de la Fe, encargada de velar por la ortodoxia, que preside otro ciriosaurio, el arzobispo de Granada, Javier Martínez. Su última intervención sobre los homosexuales:
«Quisiera decir una palabra a aquellas personas llevados por tantas ideologías que acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana. Piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo se corrompen y se prostituyen o van a clubs de hombres nocturnos. Os aseguro que encuentran el infierno».

Ernesto Carratalá (1918-2015) publicó en Pamiela sus Memorias de un piojo republicano.

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Zaragoza, Aragón, Estado laico

Un año más, ciudadanos de Zaragoza hubieron de manifestarse silenciosa y respetuosamente contra una de tantas demostraciones de nacional-catolicismo como perviven en el Estado español decenios después de que «el Generalísimo» dejase de ser traído y llevado bajo palio por el clero. He aquí los testimonios gráficos y videográficos de la demostración de ciudadanía vivida en Zaragoza el pasado domingo 7 de junio:

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Gregorio Morán. La resistencia de los materiales

Nunca entendí por qué los ateos no podemos jurar y tenemos que limitarnos a prometer. Se puede jurar por Dios, por el Honor, por la Dignidad de la Persona, por un montón de conceptos trascendentes, pero la verdad es que prometer, lo que se dice prometer, es un concepto de bajo calado, muy usado en política.
Juro por mi honor que hasta el lunes por la tarde no tenía ni la menor intención de escribir un artículo sobre las recientes elecciones. Si Zhou Enlai llegó a decir a un grupo de selectos periodistas francesas que aún era pronto para emitir una valoración sobre la Revolución Francesa (no sé por qué tradición de voz a oído, se repite siempre que fue Mao Zedong, que por cierto no manejaba el francés ni lo entendía ni lo leía, pero que otorga a la anécdota mayor relevancia que el olvidado y fundamental líder que fue Zhou Enlai), cuál no sería en nuestro caso.
Mi intención, lo juro y no lo oculto, era dedicar esta sabatina a un libro de prodigiosa sensibilidad. Con un título apropiado para el momento Saltaré sobre el fuego, una antología de la poeta polaca Wislawa Szymborska (traducida por Abel Murcia y Gerardo Beltrán, con ilustraciones de Kike de la Rubia para Nórdica Libros). Me emocionan los premios Nobel que no co­nozco porque sin el galardón quizá no hubiera llegado nunca a ellos. Me ocurre lo contrario que a los comentaristas lite­rarios al uso, que se indignan cuando la Academia sueca concede el premio a escritores que ni les suenan y que apenas están traducidos al castellano. Me atrevería a decir que la deuda de los lectores como los suecos es impagable, porque gracias a ellos se ha ampliado nuestro horizonte.
Hay una deserción del antaño novísimo mandarinato hispano hacia la poesía que en el fondo les deja en muy mal lugar, porque buena parte de ellos aún siendo poetas modestos deben su prestigio a ese mundo irresistible que es la poesía. No se asusten, ni se intimiden, la antología de Szymborska es uno de esos collares donde uno admira todo y apenas si percibe que cada cuenta es una perla.
La vida cotidiana siempre te golpea allá donde más te duele. Y lo que yo había jurado el lunes hube de arrepentirme el martes y el miércoles y el jueves. Las elecciones cobraban una fuerza tal de debate que sustraerse a él era como renunciar a la evidencia. La Szymborska, muerta e incinerada, vivirá siempre; pero nuestras elecciones están vivas y necesitan una mirada sin complejos, porque sin ánimo ninguno de ser pepito grillo creo que se están dando dos situaciones inquietantes: nos estamos equivocando en el análisis y hemos perdido de vista la forma en que nos engañan.
La inequívoca victoria del cambio en Barcelona y Madrid, entre otros, y el poderío demostrado en varias capitales y autonomías de las candidaturas de aluvión han conseguido algo importante. Exhibir ante la ciudadanía que el rey se paseaba desnudo, que el bipartidismo de la postransición -una invención metodológica hispana de reciente creación y bautizada por la derecha y los politólogos académicos- había ingresado en esas salas de hospital denominadas UCI, o Cuidados Intensivos, aunque tuvieran más que ver con mercados, casinos y lupanares. ¿Quieren que hablemos del bipartidismo en Catalunya y aquella ficción de la plaza Sant Jaume -a un lado la derecha (Generalitat), al otro la izquierda (Ayuntamiento), y en el medio un puñado de avispados explicando el milagro; aunque fueran lo mismo sabían disimularlo-?
¿Saben lo que me parece más llamativo de estas elecciones? Que se acabó la comedia. Que el presidente Rajoy y el president Mas se han quedado al pairo y que su única reacción es la del capo de arrabal que saca pecho y se niega a reconocer que sus días están contados. Ahora bien, hay un asunto inquietante, el más inquietante; los partidos ganadores en votos son los más corruptos, PP, PSOE y CiU. Y eso es un retrato de la ciudadanía que no augura nada bueno. No es sólo el PP, que encubre a sus diputados golfos, golfos hasta la extravagancia, caso Martínez Pujalte -muchos periodistas le adoran; nadie como él sabe cómo pasarles la mano por la chepa y sonreír con su bigotito de Sazatornil- o Federico Trillo, apenas una malvada brujita de Macbeth -tiene un libro sobre Shakespeare que algún día habría que desmenuzar, como las cuentas de Bankia-. Sino CiU, el invento más corrupto e incompetente que ha producido Catalunya gracias a aquel honorable president que resolvió la paradoja de Bertolt Brecht: ¿cuál es mayor delito: fundar un banco o robarlo? Él consiguió ambas cosas y le premiaron.
Los grandes partidos delincuentes bajan en votos, pero mantienen el corral y las ovejas pastando, que es de lo que se trata. Al fin y a la postre un deterioro del sistema, corrupto hasta la médula. (Dos observaciones para audaces columnistas. Las municipales de abril de 1931 no tienen nada que ver con esto; hasta el momento nadie ha piado sobre la forma de Régimen, no vendría a cuento. La deriva del PP hacia su final suicida no guarda parecido con la liquidación de la UCD. A Adolfo Suárez le echaron los suyos porque le consideraban un bien amortizado, mientras que Mariano Rajoy arriesga ahogarse entre la mierda de la corrupción que él ha creado y que no puede corregir porque llegó a donde está por sus supuestas ventajas en el liderazgo: su congénita capacidad para mentir y su natural, cobarde y pusilánime.
Madrid y Barcelona son otra cosa. Aquí hablamos del poder real, no de boberías de quítate tú que me pongo yo. ¡Cuánto pagaría por tener información fidedigna de las reuniones del lunes por la mañana en las centrales del Santander, BBVA, La Caixa, Telefónica¿! ¿Qué hay de lo nuestro? Por lo pronto los 6.000 millones de euros -que siempre se transforman en 12.000- para la construcción del proyecto Castellana Norte, entre el BBVA y el Grupo San José quedan paralizados. Ante la alarma de Ada Colau en Barcelona, el alcalde Trias ha suspendido la reunión de este miércoles donde se aprobaban los acuerdos con Telefónica, el entorno de La Maquinista, las regalías de Endesa¿
Eso es el poder. Y para entender lo que es el poder hay que levantarse por la mañana, afeitarse, meterse en la ducha, acercarse a la mesa del despacho y preguntarte: “¡Oye, chico, ¿te cabe imaginar lo que son 6.000 millones de euros, tú que no llegas a fin de mes ni con las migajas, como le ocurre a una de cada tres familias españolas?!”.
Ahora empieza la pelea más dura. La que pone a prueba la resistencia de los materiales, esa asignatura que tan poco conocemos los de letras y que tan importante es para la gente que edifica, que fabrica, que negocia a largo plazo. Esas coaliciones improvisadas en el último momento, esos concejales salidos de pequeños acuerdos de restaurante con menú fijo, ¿cómo van a soportar el envite? ¿Aguantarán? El tejido de Podemos, por ejemplo, está hecho para el debate sobre la hegemonía y el cambio de paradigma. Decir no a 6.000 millones de euros es más complejo que alcanzar el dilema entre el ser y el no ser. Los partidos nacen y mueren, pero lleva su tiempo hacerlos que mamen, que crezcan, que se hagan rollizos que sepan decir no, sin que les tiemblen las piernas y las hipotecas.
Por si fuera poco es difícil gobernar sin medios de comunicación afines. Por supuesto no hay nadie que niegue la libertad informativa, sólo que luego vienen los imponderables. Fíjense en el detalle. Apenas el Govern de CiU descubrió el pasado domingo ya de atardecida que había perdido el centro de su poder y que las campanas de John Donne, que tanto emocionaron a Hemingway, habían empezado a sonar por ellos, no esperó ni dos días. El martes de esta misma semana lanzó una campaña que roza el patetismo “Preparats per fer una Catalunya millor”. Una nadería que durará varias semanas en los medios de comunicación catalanes a razón de un millón trescientos mil euros sin IVA. Firma: Generalitat de Catalunya. “Export-import”, como habría dicho el gran Alfredo Zitarrosa en Guitarra negra.

[Originalmente publicado en La Vanguardia]

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Patxi Irurzun. 24-M

Una vez fui a la tele a hablar de mi libro y me encontré con el Señor Consejero de Cultura. Antes de entrar al plató me pasaron a una salita de espera y ahí estaba Él. «¿Qué es esto, una encerrona?», recuerdo que pensé, porque el día anterior me habían llamado de un periódico para recabar mi opinión sobre un proyecto que habían impulsado desde su Consejería, y mi opinión no era muy favorable a ese proyecto, y así había aparecido en los papeles esa misma mañana.

—Hola –saludé deportivamente, a pesar de todo.

El Señor Consejero de Cultura, al oír aquel mundanal ruido, levantó los ojos del supermóvil al que los tenía pegados, y me miró durante una milésima de segundo por encima de las gafas de pasta, en sus dos acepciones.

—Hola –respondió Él, y después siguió otra vez apretando botones.

Da un poco de miedo ver a todo un Señor Consejero apretar botones: cada vez que lo hace puede estar tirando diminutas bombas atómicas. A mí, de hecho, me dio por ponerme paranoico y pensé que en ese mismo momento estaba borrándome del mapa cultural, vía cibernética.

Luego llegó un muchacho muy pizpireto, que debía de ser el Señor Jefe de Prensa del Señor Consejero de Cultura, con un juguete en la mano, un móvil atronador, en el que en ese momento se reproducía una canción que me resultaba muy familiar. Me sorprendió gratamente la jocosidad con que ellos dos miraban el vídeo, dándose codazos cómplices. No me imaginaba que un grupo como aquel pudiera gustarles.

—Juo, juo, pero mira a ese, si lleva faldas –se rió, no obstante, el Señor Jefe de Prensa.

—Juo, juo, pero qué pintas ¿Quiénes son? – preguntó después, el Señor Consejero de Cultura.

Y el Señor Jefe de Prensa dijo el nombre del grupo y también que «a estos los hemos metido en el programa ese de promoción de músicos».

—Para que luego se quejen –apuntilló el Señor Consejero de Cultura.

Yo me quedé de piedra. La letra de la canción que estaban escuchando ¡la había escrito yo! y lo que era peor, aquellos dos tipos no estaban recochineándose de mí. Me di cuenta inmediatamente de que en realidad no tenían ni idea de quién era ni qué hacía ahí. Yo era invisible para ellos. Yo nunca había aparecido en sus mapas.

Habrá qué ver qué sucede tras las elecciones del pasado 24M, pero tengo no sé si la opinión o la ilusión de que ese día ya sucedió algo, de que algunas cosas pueden empezar a cambiar, y de que a la política pueden o deben de empezar a llegar personas en lugar de marcianos, personas que obedezcan en lugar de mandar a quienes gobiernan (o, lo que es más grave, en lugar de tratarlos con desprecio, invisibilizarlos, mofarse de ellos…). Consejeros de Cultura, por ejemplo, que conocen a sus músicos, a sus escritores… Alcaldesas que han sido sacadas a rastras de un desahucio… Personas que nos hagan olvidarnos de todos aquellos políticos de vieja escuela que se consideran elegidos –en el peor de los sentidos– a perpetuidad y que en cuanto han notado que les han movido la silla, que creían tener atornillada al suelo, han comenzado a echar espumarajos apocalípticos y a mostrar su verdadero y preocupante rostro, antidemocrático y feroz. De momento, dos semanas después del 24-M, el mundo sigue girando.

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Víctor Moreno. Barcina y Hitler, o viceversa

Las declaraciones de Barcina comparando la sociedad navarra con la Alemania previa a la ascensión de Hitler al poder, me han pillado por sorpresa. Primero, porque ignoraba que la experta en alimentos lo fuera también en Hitler, sus circunstancias y afinidades ideológicas posteriores.

Segundo, porque desconocía que Hitler fuera un personaje que no formara parte de su agenda mental positiva, poblada por ilustres prendas como Franco, en fin, por tipos privilegiados que, mientras tuvieron el poder, el resto los consideraba manos providenciales para la marcha de la Historia, en general, y de la Filosofía propia, en particular.

Tercero, porque no tenía ni idea que Barcina conociera con tanta profundidad manifiesta la ideología del nazismo, los principios de Goebbels y su puesta en práctica por parte de Hitler y sus secuaces.

Por tanto, y en conclusión, bienvenida sea al club la señora Barcina. Porque, ya perdonarán el exabrupto, consideraba que Hitler era un personaje de su devoción ideológica más íntima. Entiéndaseme bien, solo para pensar en él privadamente, como hacen otros con el catalán cuando se encuentran solos en el baño y con una revista de Patufet.

Barcina está de enhorabuena. Por fin se ha reinsertado en las márgenes ideológicas de la democracia aunque considere que solo es democracia aquella titularidad política que otorga una asentamiento sólido al propio trasero, pero que cuando soporta el de los demás es una pésima representación democrática de aquella organización que inventara el griego Clístenes, y que en la actualidad parece haber tenido el gusto de conocer otros culos que le den vida y movimiento.

No debe asustarse por ello.

Barcina parece haber emprendido el buen camino de Damasco que le conducirá, también, seguro que sí, a renunciar de aquellos referentes que de algún modo u otro siguen alimentando el navarrismo del que hace gala y que no es sino una manera artera de un franquismo camuflado, por no decir fascismo.

Nunca es tarde para renunciar a Hitler. El siguiente en el escalafón del despecho tendrá que ser Franco. Si no es así, la desconfianza en su sinceridad será absoluta. Le queda por denunciar a Franco y a quienes en su navarrísima Navarra elevaron a Hitler como categoría universal de la representación política. Recuerde, sin ir más lejos, que Franco, en la mesa de su escritorio donde despachaba sus órdenes y penas de muerte, presumía de una fotografía dedicada de Adolfo Hitler.

Así pues, si Barcina desea que el mundo entero crea que su odio a Hitler es de buena calidad –la misma que el odio que tiene a la gente de Bildu-, tendrá que esforzarse un poquito más. Tendrá que denunciar aquellos componentes históricos que mantuvieron alguna connivencia con el nazismo, no abertzale precisamente, sino navarrista y de las jons. Esta desafección podrá hacerlo sin problema, porque bien sabe que está de moda el carácter retrospectivo y diferido.

Como quiera que su memoria sufrirá perenne amnesia –ya demostró en el affaire de las dietas de la CAN que su memoria es muy selectiva-, y su sensibilidad actual no se lo permitirá, un servidor le ayudará a recordarle hitos de esa connivencia del navarrismo con Hitler y la madre que lo trajo al mundo.

Diario de Navarra ha sido la quintaesencia de ese navarrismo de la que Barcina hasta la fecha se ha sentido la reina mora. Pues bien, recuerde el alma dormida de doña Yolanda esa parte de la historia de dicho papel, este papel que tanto ha hecho por su carrerón político, y en cuyas páginas se vitoreaba constantemente a Hitler, y a quien los prebostes de dicho papel, léase Consejo de Administración, y su director Raimundo García, alias Garcilaso, invocaba como el gran Guía Espiritual de Europa.

Desde el primer momento en que el Führer se hizo con el poder, excitó en el periódico muestras de aplauso y de pleitesía de sacristán. Tanto es así que no mostrará inconveniente alguno en reproducir las crónicas que desde Berlín enviaba un tal Hans von Stuner, y donde no perdía ocasión para elogiar la política de Hitler. El propio Garcilaso no se ahorraba el incensario para destacar el progreso de la economía alemana y el modo en que la dictadura de Hitler “vuelve a convertir al Reich en aquella colmena laboriosa y avasalladora” (DN. 23-VI-1933).

El 28 de septiembre de 1937, el Diario, alborozado, escribirá en grandes titulares: “Entrada triunfal de Hitler y Mussolini en Berlín. El eje Berlín-Roma es indestructible. Ambos Caudillos ponen de relieve el espíritu creador del Fascismo y Nacionalsocialismo y afirman su voluntad de colaborar con los demás pueblos y de luchar por la cultura y civilización europea contra el comunismo”. El 2 de octubre del mismo año sentenciará el visionario Garcilaso: “Empieza una nueva época en la historia europea” (Diario, 2-X-1937).

El 2 de mayo de 1945, conocida la muerte de Hitler, le dedicará la siguiente necrológica: “No creo que pueda sorprender el que se diga que aquí nos entristece profundamente esa noticia como nos entristeció la del fusilamiento de Mussolini en circunstancias atroces que llevaban el sello del comunismo asiático. Muere Hitler entre los escombros hacinados de Berlín, cuando la siniestra bandera de la hoz y el martillo, nobles instrumentos de trabajo transformados en odio por el Comunismo soviético, ondean sobre las ruinas humeantes del Reichstag donde Hitler anunció un día que el pueblo alemán se opondría a los bárbaros designios del Kremlin de dominar Europa. Estos dos hombres (se refiere a Mussolini y Hitler) titanes que lucharon –para nosotros es lo esencial- contra el comunismo soviético y que en la tremenda lucha han caído, pronunciaron muchas veces el nombre de nuestra Patria con acentos de admiración y de amor. Muertos ambos, no puede sorprender a nadie que en tal momento pronunciemos nosotros sus nombres con amor también y pidamos por sus almas a Dios. ¡En nuestra caso lo que sorprendería sería no hacerlo! Detrás de esos estandartes y de los nombres que sean, seguiremos nosotros con la misma firme voluntad, ¡así Dios nos permita mantenernos con que venimos combatiendo el comunismo soviético, intrínsecamente perverso, desde hace veinticinco años!”.

En fin. Alegrémonos de que a Barcina le haya llegado la hora de la reinserción democrática. Ha empezado bien. Solo le falta continuar en la misma senda condenando públicamente a quienes fueron nazis aunque se llamasen navarristas. Empezado por los de casa y siguiendo por Franco, esa figura tan nefasta y tan cruel como Hitler.

Stefan Zweig (Viena, Austria –NO ALEMANIA–, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942)
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Javier Eder. Terrores del ‘Reyno’

Barcina, que habló en Madrid del III Reich. No iba a hablar de su purga laboral, de sus decenas de despidos vía fulminante SMS, hace justo un año en la cocinas hospitalarias. No iba a hablar de esa efemérides de su reynado. No iba a hablar de que, un año después de su hazaña, el terror del Reyno sigue imperando en la sanidad pública y se cierne, entre otras especies amenazadas, sobre los trabajadores de la limpieza. No iba a hablar del terror laboral del Reyno. Habló del III Reich, del tercer reynado del Sacro Imperio Germánico. Dijo Barcina en Madrid que Alemania logró en 70 años trasformar el apoyo mayoritario al III Reich en un rechazo masivo. Eso sería porque Barcina no es alemana. 70 años después de que el general Franco pusiese el retrato de Hitler en su despacho de Burgos y de que el general Mola desatase en Navarra el exterminio programado de concejales republicanos y demás gente de conducta impropia, la por entonces alcaldesa Barcina declaró a la prensa que ella no condenaba crímenes de cuando ni siquiera había nacido. De eso no se ha apeado casi 80 años después. Cuando Fernando Sebastián, aquel arzobispo risueño bajo el tricornio (por estos pagos la naturaleza siempre supera a los esperpentos de Valle-Inclán) que ha vuelto para hablarnos de conductas impropias, donó al ayuntamiento de Pamplona el Monumento a los Mártires de la Cruzada (salvo la sagrada cripta con los sepulcros de los generales golpistas Mola y Sanjurjo), Barcina, tan lejos de Alemania, maniobró de la manera más tramposa para que el lugar siguiese llevando el nombre de otro golpista en buena sintonía con el Reich: el conde de Rodezno. Hoy sabemos que el III reynado fue poco más que pura fachada y puro terror. Sueños imperiales y ardores guerreros escondían la más completa ineptitud. El Reich quedó atrás y Barcina aludió a ello en Madrid. No iba a hablar en la Villa y Corte de su ineptitud ni de los terrores laborales que en el sector público, hoy como hace un año, se viven en el Reyno.

Fuente: Noticias de Navarra

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Gregorio Morán. ¿Qué es un criminal de guerra?

G_MoránNosotros tenemos un modo peculiar para calificar a los criminales de guerra. Siempre está basado en un perdedor. Puede haber ganado batallas, estar considerado un héroe por una parte notable de su pueblo fanatizado, pero al final resulta que ha perdido la última pelea ante un enemigo más poderoso y todas las glorias de antaño se reducen a filfa. No es una cuestión moral ni ética, es algo que se dirime entre estar con los ganadores o con los que han perdido. Un ejemplo: ¿por qué Mussolini, de haber sobrevivido a la brutal ejecución, hubiera sido juzgado como “criminal de guerra”, y Francisco Franco Bahamonde, asesino ejemplar, murió en la cama?

¿Quién mató a más inocentes, Henry Kissinger o Milosevic? El carácter de criminal de guerra reside en su capacidad de eliminar civiles o soldados desarmados. Por supuesto, gente que ellos no ejecutan y que les libra del oprobio de contemplar a las víctimas. Se limitan, valga la expresión, a dar las órdenes que provocan la masacre.

Esta reflexión intempestiva me asaltó con la muerte ¡al fin! de Ariel Sharon. Llevaba ocho años en coma irreversible desde que el 4 de enero del 2006 un derrame cerebral lo dejó fuera de juego. Estaba entonces preparando la salida electoral de un nuevo partido, Kadima, creado por él en noviembre del 2005. Se había convertido en un político profesional que exhibía con descaro su condición de agricultor, porque tenía tierras y las administraba. Pero no era por eso por lo que era conocido como el bulldozer.

¡Ocho años en coma! Nosotros, que en general no nos enteramos de nada que no quieran hacernos saber los que controlan la información, desconocíamos que sus hijos eran los partidarios más fervientes de que a su padre no le desconectaran del aparato que le mantenía en vida. Un escándalo, porque gracias a ello esos retoños creciditos y avispados había conseguido suculentas estafas y comisiones que alcanzaban los 4,5 millones de dólares, según la justicia israelí. (¡No llegaban a Bárcenas, pero había “ambición de destino en lo universal”!). Su padre debía seguir en coma por más que los médicos del hospital lo consideraran un exceso. Sus hijos Gilad y Omri, dos perlas, se amparaban en la pasión filial y hasta sostenían que movía los dedos cuando le visitaban. En fin, que hasta la Kneset, el Parlamento israelí, consideró en agosto del 2011 que el asunto bordeaba la estafa familiar y se negó a seguir pagando los 296.000 euros que costaba al año el mantenimiento del fiambre. Si querían seguir con el chollo familiar, que asumieran los gastos.

Porque un criminal de guerra es humano, no es un monstruo, como le gustaría a la gente creer para sentirse a gusto y complacida. Ariel Sharon era una leyenda, pero ya se sabe que las leyendas no son lo mismo para quien las fabrica que para quien las sufre. Una esposa muerta en accidente de automóvil –para llenar el hueco se casó con la hermana–, un hijo se descerrajó un tiro jugando, dicen, con la armería que su padre atesoraba en casa. Pero lo importante está en la trayectoria.

Ariel Sharon es un criminal de guerra desde sus primeras actuaciones como militar, ya en 1953, por más que los árabes aseguren que la cosa ya venía de antes. Conviene decirlo porque en general no se señala, cuando en 1947 las Naciones Unidas proponen dos países, uno judío y otro palestino; entonces no se trataba de sionistas frente a musulmanes, porque prácticamente todos, de un lado y de otro, eran ateos convictos. El fundamentalismo vino luego. En 1953 la Unidad 101, dirigida por Sharon, ejecuta la masacre de civiles en Qibya (Jordania). Él ya venía de su colaboración con Menahem Begin, el racista fanático para buena parte de los socialistas que poblaban el nuevo Estado, porque había sido capaz de volar el hotel King David de Jerusalén y llenarlo de muertos y heridos. Ahora los herederos aseguran que llamó a la dirección del hotel y a las autoridades, entonces británicas, y que no le hicieron caso. Exactamente el mismo argumento que usó ETA para justificar la voladura de Hipercor en Barcelona. Quien pone un explosivo es para que explote, no para que lo desactiven.

Ya sé que es insólito escribirlo así y decirlo tan claro, pero es la verdad. El terrorismo en Palestina nació con los grupos judíos antes de desposeer de sus tierras a los árabes. Así de claro y de rotundo. Lo que vino luego es otra historia larga y sangrienta de la que Ariel Sharon nunca se apartó. Fue el llamado pacificador de Gaza en 1971, con muchas matanzas y escaso resultado práctico; no asesinó a los suficientes para que aquello dejara de existir como territorio palestino. Luego se dedicó a la política y la agricultura, así dicen sus biógrafos, porque los éxitos militares en Israel son como los de los antiguos romanos; consienten el derecho al poder político. La ciudadanía quiere ver a los césares en su Parlamento. Dan seguridad en una sociedad acomplejada por el miedo y orgullosa de su superioridad racial: son los únicos que tienen bombas atómicas y se encrespan ante la posibilidad de que alguien ose imitarlos. Controlan los medios de comunicación de una manera tan absoluta que uno se intimida ante la posibilidad de escribir del país más racista del planeta después que cayó el apartheid sudafricano. Visite usted Gaza y lo comprobará o anímese a soportar un interrogatorio de despedida en el aeropuerto de Tel Aviv.

La invasión de Líbano, obra magistral de Ariel Sharon en su condición de ministro de Defensa, fue una catástrofe, para Israel y para todo lo que encontraron por el camino. Era el verano de 1982, pero sus restos criminales alcanzaron a septiembre con las matanzas de Sabra y Chatila, algo sin otro parangón que los crímenes fascistas de los años cuarenta. La conciencia trágica de Israel. Incitar y avalar a los falangistas libaneses para que mataran a mujeres y niños y ancianos, los que quedaban cuando los militares se habían ido.

Hubo una ridícula investigación sobre este crimen de guerra y hasta lo condenaron con la boca pequeña, pero siguió ahí el bulldozer, implacable en su racismo de que un palestino apenas si valía el costo de una bala, en una medida similar al actual ministro de Defensa israelí, Moshe Yaalon, para quien los intentos negociadores del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, no valen ni el costo del papel en el que están escritos, y además para mayor humillación de la supuesta primera potencia del mundo, aprueban 1.800 viviendas nuevas en territorios ocupados. Una burla que consienten porque para ganar elecciones en EE.UU. son imprescindibles los lobbies judíos y el mayor terror de un candidato es ser tachado de enemigo del Estado de Israel, un título que le puede a usted joder la vida. (A mí me ocurrió en Praga cuando un tipo aseado y normal se convirtió en energúmeno porque le habían dicho que yo era enemigo del Estado de Israel, ¡o sea que imagínese lo que será en Oklahoma!).

Ariel Sharon osó la provocación más inaudita que un sionista militante, criminal de guerra con pedigrí, había hecho nunca. En función de su poder, omnímodo como un jefe de escuadra fascista, visitó la explanada de las Mezquitas de Jerusalén, rodeado de decenas de guardaespaldas matarifes. Allí comenzó la segunda intifada palestina. A partir de una humillación a todo un pueblo que llevaba como podía la ocupación israelí. Desbordó el vaso y esa parte fascista de la sociedad israelí, evocadora del apartheid sudafricano, se sintió satisfecha hasta que la cosa llegó a un punto que significaba la guerra entre una gente con armas de indignación y otros con la sofisticación armamentística del paraguas de los Estados Unidos de América.

Ha muerto un criminal de guerra. Victorioso a duras penas, pero sin juzgar, como ocurre con los que abonan el conflicto y se aprovechan de él. Si se fijan en los criminales de guerra de la segunda mitad del siglo XX detectarán una singularidad: los jueces que los condenan tienen en su haber patriótico más crímenes que aquellos a quienes juzgan.

Fuente: La Vanguardia

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Javier Eder. Cuando la calle era de Fraga

arzobispoLa calle no es de Fraga, es del escrache religioso. O eso dieron a entender este miércoles portavoces de UPN y el PP en el Parlamento. Mientras no delincan, dijeron los del PP y UPN en alusión a los grupos ultramontanos de integristas católicos que con el señor arzobispo al frente organizan escraches por Ansoáin, “esas personas tienen derecho a manifestarse libremente”.

Las buenas noticias son, pues, dos: que la calle ya no es de quien solía ser cuando Fraga tenía que sacar a tiros a los huelguistas refugiados en las iglesias y que PP y UPN defienden, como el que más y como nunca, los elementales derechos de reunión y manifestación. Por supuesto que defienden esos derechos, faltaría más, siempre que el clérigo que esté al frente del escrache no lleve el trabuco de un cura antecesor metido en la faja de la sotana. Me acuerdo de una película americana Route One USA donde se veía cómo grupos muy fanatizados de fundamentalistas protestantes, antorchas en ristre, en la tradición inquisitorial del Ku Klux Klan, organizaban escraches procesionales alrededor de las casas de las herejes abortistas.

La Policía no intervenía mientras los fanáticos religiosos no hiciesen amago de quemar a la descarriada. Las malas noticias también son dos: pese al profundo hedor inquisitorial del escrache religioso, a UPN y PP no les preocupa particularmente la protección del libre albedrío de las acosadas, ni mucho menos la protección de su derecho a la salud dentro de la sanidad pública, en todo supuesto ahora o luego legalmente contemplado. Antes de los acosos inquisitoriales de Ansoáin mandaban a las que cometen herejía religiosa fuera del reyno. Después de ellos, a las herejes les espera lo que resultaba habitual cuando la calle era de Fraga y de los obispos: viajar a países extranjeros con una más amplia protección de derechos y con un mayor respeto a la libertad de las personas. O eso, o confiar en los oficios clandestinos de quienes quedan más cerca de la brujería que de la medicina.

Fuente: Noticias de Navarra

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Jorge Nagore. 4’33”

D ereduaUna de las canciones más famosas de la Historia la compuso en 1952 John Cage. La canción se llama 4’33”. Consiste en cuatro minutos y 33 segundos de absoluto silencio en los cuales los oyentes solo escuchan los ruidos que puedan tener alrededor o que ellos mismos emiten. Una cosa así se tiene que hacer famosa por cojones. Como el informe reservado de la Guardia Civil sobre el Modelo D en Navarra, que ahora el Ministerio del Interior dice que no existe. Un informe que no existe pero cuyo éxito precisamente estriba en el ruido que genera al hablar de él. Lo hizo primero Diario de Navarra, prosiguió el Gobierno de Navarra -Iribas contó que oyó “una fotocopia”- y después nuestro Salvador particular. Luego vino el rugido de la marabunta nacional, el éxito masivo, los aplausos y los autógrafos y así todo seguido. Pero el informe no existe, lo cual es muy meritorio. Eso dice el Ministerio y al Ministerio hay que creerle sí o sí, del mismo modo que había que creer a Cage, que no se estaba riendo de nadie a la puta cara. No había canción, pero la no canción duraba 4’33”. En toda sociedad democrática ya tendrían que estar los medios que al parecer recibieron ese silencioso y misterioso informe, la presidenta el Gobierno, el portavoz, el consejero de Educación y el tal Salvador explicándonos a micrófono abierto y en público qué coño de informe vieron, quién lo hizo, quién se lo envío, quién lo filtró a quién primero, para qué, cómo, cuándo y dónde. Un concejal del PP en San Sebastián dijo hace poco que no se trataba de un informe “sino de una tesis interna de alguien para acceder a un puesto determinado” dentro de la Guardia Civil. A este paso vamos a acabar oyendo que era una redacción del cole de una niña de ocho años. El talento es así, a veces no es fácil distinguir a los genios de los farsantes, de los peligrosos farsantes.

Fuente: Noticias de Navarra

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J. R. Urtasun: “Todos los cuadros reflejan una historia contada por unos y por otros”

“Nafarroa 1936. No os olvidaremos” es el título de la exposición del divulgador Jose Ramón Urtasun; un repaso cronológico a los acontecimientos desde la 2ª república española (1931) hasta la llamada “transición”. Cuadros emotivos, que reflejan cuantas injusticias y tropelías fueron cometidas por los sectores más reaccionarios de la sociedad navarra; con la cobertura y apoyo de la iglesia y la prensa filofascista.
Esta exposición se puede ver en KATAKRAK Liburutegia (C/Mayor, 54) hasta el día 30 de Enero. Posteriormente visitará Zizur, Donostia, Barcelona…

Fuente: https://es-es.facebook.com/ateak.ireki

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Fermín Ezkieta. Los fugados del Fuerte de Ezkaba

La fuga del Fuerte de Ezkaba en mayo de 1938 ofrece la fascinación de los acontecimientos épicos y ocupó en su momento las portadas de la prensa republicana e internacional, antes de caer en el olvido y el interesado ocultamiento de los vencedores.

Tres fugados, entre 795, alcanzaron la frontera. Tras años de investigación, el libro ofrece sólidos indicios de la existencia de un cuarto no documentado.

En la estela de obras anteriores, aporta información sobre el paradero de los olvidados, aquellos fugados que, ejecutados, quedaron abandonados en los valles entre el fuerte y la frontera.

Recupera el papel protagonista de algunas mujeres que, compartiendo ideales con los presos, fueron perseguidas y encarceladas por los burlados militares, como ilusorias cómplices de los fugados.

Desmonta la tesis del enfrentamiento entre fugados y perseguidores para encubrir una matanza: 206 fugados, más 14 fusilados en agosto como dirigentes, a los que sumar los 46 capturados, que fallecerían en el fuerte hasta 1943.

El texto se interesa por las rutas que tomaron, pero también por sus rostros, sus biografías. La de los que alcanzaron la frontera y volvieron a Barcelona, para atravesarla nuevamente en 1939 con el ejército derrotado, siendo confinados en Francia; la de Amador Rodríguez, oculto durante casi tres meses a la vista del fuerte; la de Jacinto Ochoa, capturado y vuelto a fugar en 1944; la de Leopoldo Picó, cerebro de la fuga, y de los otros dirigentes.

Vidas dignas de no caer en el olvido.

(Los derechos de autor van destinados a la exhumación de los fugados aún no recuperados.)

¿Quién fue el enigmático cuarto fugado de Ezkaba?
I. Gorriti. Deia (19-05-2013)

La fuga del silencio y el olvido
María Carrera. El Correo (26-06-2013)

La gran evasión republicana que acabó en matanza
Alejandro Torrús. Público.es (14-07-2013)

Los_fugados_del__5192580f67375Ensayo y Testimonio 136
Hizkuntza Gaztelera
2013. urtea
208 or.
ISBN:978-84-7681-776-6

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Marcos Roitman Rosenmann. El mito de la juventud mejor preparada

ultraconectadosEn todo informe que se precie, cuando se analiza la juventud del siglo XXI, se destaca su elevado nivel de formación. Se le atribuye estar mejor capacitada y tener, dado la evolución informática, una visión del mundo de la cual carecían sus homólogas del siglo XX. Los adelantos tecnológicos les brinda estar en las redes sociales y gozar de una comunicación horizontal, más democrática y abierta con una velocidad de vértigo. Vivir al instante lo que sucede en el mundo. Asimismo, se le adjudican comportamientos inherentes a su tiempo, ser emprendedores, independientes, decididos y sobre todo competitivos. Asimismo, estadísticas publicadas por organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), subrayan la disminución del analfabetismo y la baja deserción escolar en las últimas décadas. Tal circunstancia se refleja en un aumento de la juventud que desea seguir estudios universitarios y de posgrado, lo cual abre un abanico de oportunidades para los jóvenes, ávidos de incorporarse al mundo laboral. Cada vez son más los jóvenes que culminan con éxito sus ciclos escolares.

África, Asia y América Latina, continentes que han ido a la zaga en educación, salvo casos excepcionales, ven cómo una proporción creciente de estudiantes obtienen diplomas, obligando a las universidades a diversificar su oferta. Nuevas titulaciones aterrizadas en el mercado se publicitan como salidas profesionales. Se ha producido una revolución educativa en todos los sentidos. Mayores exigencias en un orden globalizado obligan a los jóvenes a redoblar esfuerzos. Más competitivos y con deseos de comerse el mundo se reciclan para el mercado. Ellos han interiorizado el mensaje y se han puesto a funcionar. Todos contra todos. Quienes obtienen un título no se conforman con ello. Cursos de especialización, idiomas, becas de intercambio. Son auténticos triunfadores. Dominan el lenguaje de las nuevas tecnologías y son un ejemplo de perseverancia y entrega.

Sin embargo, la crisis actual los ha dejado al pairo. Sus esperanzas se han frustrado, no pueden realizar sus sueños y sienten frustración. El relato del neoliberalismo se desvanece y resulta ser un espejismo. ¿Y ahora qué hacemos con una juventud formada, deseosa de comerse el mundo, a la cual se le cierran las puertas? Sus padres invirtieron en educación, como un activo para que pudiesen vivir mejor, progresar y ser miembros de una exitosa clase media consumista. Pero el capitalismo depredador les da un baño de realidad y les indica que su futuro es incierto y poco gratificante. Ante tal fraude, la juventud se indigna, sale a la calle, protesta, toma las plazas y demanda ser atendida en sus reivindicaciones. El considerado factor diferenciador, su mejor formación, se constituye en una losa, incluso en un handicap. La escasez de empleo los hace bajar sus expectativas y contratarse en cualquier cosa. Los ejemplos son muchos.

El nivel de paro que afecta a la población entre 15 y 25 años, en los países de capitalismo occidental, aumenta de manera continua y la tendencia no presenta visos de revertirse. En la Europa comunitaria, las cifras del desempleo juvenil siguen creciendo. Para hacerse una idea, en un informe de la Unión Europea, redactado en 2011, la media del paro juvenil se sitúa en 21.4 por ciento. Quince países la superan. La primera, España, con 46.4 por ciento; tras ella, Lituania (35.1), Letonia (34.5), Eslovaquia (33.6), Grecia (32.8), Estonia (32.9), Portugal (29.2), Irlanda (28.9), Italia (27.8), Bulgaria (26), Polonia (25.9), Hungría (25.9), Rumania (23.5), Francia (23.2), Suecia (22.9) y Chipre (22 por ciento). Sólo 11 miembros de la Europa de los 27 tienen tasas por debajo de la media: Islandia (20.1), Bélgica (19.9), Reino Unido (19.6), República Checa (18.2), Eslovenia (15.3), Luxemburgo (14.8), Dinamarca (14.4), Malta (13.6), Alemania (8.5), Austria (8.3) y Países Bajos (7.6 por ciento).

Según el informe de la OIT Tendencias mundiales del empleo juvenil, el paro en este sector afecta a un total de 75.1 millones de jóvenes, 12.7 por ciento del total. Esta cifra se sitúa dos puntos por encima en América Latina, cuya tasa es de 14.4 por ciento. Estos datos, además, no hablan de la calidad y el tipo de empleo al que tienen acceso los jóvenes. Si nos adentramos en esta lógica, en América Latina otro informe del la OIT destaca el carácter precario, estacional y sin protección social del empleo, alcanzando a 67 por ciento del total del empleo juvenil. Y un dato que pone en cuestión el elevado nivel de formación de la juventud como rasgo diferencial, al menos en América Latina: de los 104 millones de jóvenes latinoamericanos sólo 13 por ciento estudia y trabaja, otro 33 por ciento sólo trabaja y un 34 por ciento sólo estudia; a lo cual, la directora regional de la OIT, Elizabeth Tinoco, le suma otro 20 por ciento de jóvenes que no estudian, no trabajan y no buscan empleo. Más de 20 millones de jóvenes pertenecientes a la llamada generación ni-ni.

La tesis de una juventud más preparada y dotada para enfrentarse al mundo real se considera incuestionable. Hoy un joven de 15 años, se dice, sabe más física que Newton y más filosofía que Aristóteles. Es probable, en términos absolutos, el conocimiento avanza y es acumulativo. Pero dudo mucho que tengan la misma capacidad de razonamiento. Lamentablemente estas afirmaciones, extendidas en determinados ambientes, son una caricatura que distorsiona la realidad. Mirar con esta lente supone construir una imagen llena de aberraciones. Tener acceso a Internet, y no todos, gozar de teléfono móvil, twitter y participar de redes, supone estar mejor formado.

No creo que la juventud de hoy esté mejor formada que sus antecesoras. Tiene especificidades, eso sí, propias de la época, pero ni peor ni mejor preparada, ni más tonta ni más inteligente. Incluso, si me apuran, el nivel de ignorancia funcional de los actuales licenciados y doctores en cualquier disciplina es cuando menos alarmante. En una reciente encuesta realizada en la facultad de biología de la Universidad Complutense, 76.8 por ciento de estudiantes de cuarto y quinto curso reconocieron no haber leído a Charles Darwin. Y por experiencia, los futuros graduados en ciencias políticas y sociología no conocen a Mills, Sorokin, Adorno, Aron, Marcuse o Popper, ni pensar en la lectura de los clásicos, a lo más resúmenes de Marx, Weber o Durkheim. Desconocen corrientes y escuelas de pensamiento. No saben citar bibliografía o situar países en el mapa. Los errores gramaticales y ortográficos son mayúsculos. Lo dicho, sin ánimo de molestar, es extensible a todas las áreas del conocimiento humano. Y se hubiese estudios comparados entre diferentes generaciones de universitarios a día de hoy, no creo que las actuales salgan mejor paradas que sus iguales. Hoy el sistema educativo en el neoliberalismo es un cascarón vacío. No prepara ciudadanos, no forma para ser mejores personas, sólo le interesa tener mayor control sobre la población y entre más ignorantes mejor. Poseer una licenciatura o posgrado no da conocimientos, otorga título y estatus. Esa es su lógica, no lo olvidemos.

Fuente: La Jornada

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