Miguel Sánchez-Ostiz. El asco indecible

PesteA este paso va a ser cosa de asomarse a las noticias de esta guisa. Las cosas, la cosa esa, son contagiosas y apestan.
Casi mejor echarse al monte, monte arriba quiero decir, porque en el otro estamos, echarse monte arriba pues, a través del bosque, escuchar el ruido de los propios pasos en las hojarasca y de la respiración forzada, ver los nidos abandonados en las ramas desnudas, mejor eso, digo, que rumiar a parado el gran artículo que ha publicado hoy el director de El País, a propósito de los papeles de Wikileaks y de la repercusión social que han tenido: “Lo que de verdad ocultan los gobiernos”.

Los poderosos se rebelan contra ese asalto a su impunidad. Los diplomáticos también. La imagen de los Estados Unidos no sale dañada porque nos importa un carajo, la que lo hace, de manera seria, es la de nuestros gobernantes, presentes, pasados y futuros… y pluscuamperfectos.

En España no caen las cabezas que deberían caer, como la de ese vicegobernador del Banco de España, que entrega información reservada a una potencia extranjera. Y mienten y mienten para defenderse.

Por eso es relevante el gesto de dignidad de la familia Couso de negarse a ir a ministerio alguno a que les pongan la mano encima del lomo y les mientan de nuevo.

Repican esas palabras que señalan, pruebas en mano, que los gobernantes han mentido de manera sistemática a la ciudadanía que, encima, pasa de esa mentira, prefiere mirar para otra parte, a ninguna.

El contenido de ese artículo establece la dimensión de la burla, la de la impotencia del ciudadano, de la dejación sistemática de la soberanía nacional, de una elemental dignidad política… El asco indecible. ¿Socialistas? ¿Pero de qué demonios estamos hablando? Eso, de demonios, familiares… que cuando regresamos nos esperan con los brazos abiertos y hasta nos desean feliz año.

Miguel Sánchez-Ostiz

Información del autor y libros en Pamiela.com

http://vivirdebuenagana.blogspot.com/

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