Victor Moreno. La novela como forma de divulgación

A propósito de la publicación de la novela La fuga, de C. Domingo.

fugadosCada vez que me enfrento con una “novela histórica”, recuerdo los momentos difíciles por los que solía pasar el crítico Rafael Conte para decidirse a la hora de calificar como novela una novela histórica. Y ya no digamos cuando tenía que establecer si dicho texto era literario o no lo era. Sobre todo, tenía que hacer volteretas y cabriolas dialécticas fulleras cuando se enfrentaba con alguna novela de Semprún y, también, de Umbral.

Yo, que no tengo tantos escrúpulos burocráticos a la hora de establecer si un texto es novela o no lo es, considero que una novela histórica no suele ser ni novela, ni histórica. Pero admito sin sobresalto alguno que existan críticos y escritores que la tengan por novela, y sólo por novela, la recreación, más o menos histórica, más o menos verosímil, más o menos, de un segmento histórico protagonizado por quienes ya no están para contarnos cómo les fue la vida.

Lo habitual es que sus esforzados forjadores hablen de mezclar realidad y ficción, y, a continuación, quedarse tan campantes por creer que han descubierto el Mar Muerto. El problema empieza cuando los autores se dedican a perorar y a dictar sentencia acerca de lo que cuentan en su supuesta novela histórica. Entonces es cuando a unos más que a otros se les ve el plumero, porque hablan más de realidad que de ficción. Incluso, como es el caso que me ocupa, la autora, supongo que sin pretenderlo, da a entender en las entrevistas concedidas que sabe de la fuga de san Cristóbal más que los propios historiadores.

En las dos entrevistas que yo he leído, Carmen Domingo habla más de la fuga, de los presos, de su canto de solidaridad al mundo, y de su mensaje actual, y un blablabla más o menos moralizante y político, muy necesarios seguramente para los despistados, pero poco o casi nada de literatura. Decir que el 90% de la novela es ficción no es decir gran cosa. Lo que queda claro es que ha utilizado la fuga de unos presos como pretexto para escribir una novela. Y si es así, lo de histórica habría que dejarlo estar. El estatuto de novela no lo da la materia con la que trabaja el autor, sino el tratamiento que se hace de él. Y una novela no adquiere el estatuto de histórica, porque los materiales utilizados pertenezcan a un hecho más o menos conocido.

La autora dice que ha visitado el fuerte de san Cristóbal cinco veces. Me parece estupendo. También asegura que se ha pasado tres años investigando sobre el tema. Son intimidades importantes para escribir una historia de la banalidad muy propia de los escritores, pero, en modo alguno, garantizan la factura de un buen novelista. A fin de cuentas, al texto novelesco hay que analizarlo en sí mismo, no por el tiempo invertido en escribirlo. Ni por si uno ha visitado el lugar del crimen cinco o diez veces. O ha conocido a mengano y a zutano. O, incluso, si sintió en su día un impacto psicológico tremendo al conocer la historia de esta fuga.

En los reportajes que he leído sostiene la escritora Carmen Domingo que ha “reconstruído en la novela histórica La Fuga la huída de centenares de presos políticos del fuerte de san Cristóbal en plena guerra civil”. Una novela de 235 páginas que ha sido editada por Ediciones B.

Dice la autora que en su obra mezcla realidad y ficción. También afirma que “los datos y los nombres son exactos, pero tenía que ser una novela, no un ensayo. El 90% de las historias humanas son inventadas”. Esta es otra de las añagazas de la novela histórica. Considerar que ésta es lo que es porque guarda una fidelidad con los nombres que fueron protagonistas del hecho que se narra. En realidad, la novela funcionaría igual de mal o de bien si sus nombres fuesen completamente distintos.

¿Y por qué una novela y no ensayo? Muy probablemente, porque, aunque afirme que se ha pasado tres años investigando, lo cierto es que no tenía nada que aportar desde el punto de vista histórico a la fuga. La autora sale del entuerto afirmando que una novela sirve mucho mejor para divulgar que un ensayo. ¿De verdad lo cree? Lo único claro que yo tengo es que una obra de investigación sobre la Fuga del Fuerte, como la que llevó a cabo Félix Sierra e Iñaki Alforja, hecha con rigor histórico, necesita más de tres años de dedicación. Por eso, lo que sabemos hoy sobre la Fuga se lo debemos a estas dos personas. No me extraña que diga la autora que el ángel custodio de su novela haya sido Alforja.

En cualquier caso, niego la mayor: que la novela sea el mejor instrumento existente para divulgar ciertos hechos y acontecimientos de nuestra historia más reciente. Sobre todo, cuando el 90% es ficción. El conocimiento de la realidad histórica que se adquiere leyendo novelas no tiene, en la mayoría de los casos, rigor alguno. Y no porque el autor mienta o manipule los datos, que podría. No. El maleficio está en otro lugar. Está en que el lector lee la novela no como una página histórica, sino como ficción. Y si la lee como página de historia, siendo el 90% ficción, el cambalache sería horrible.

Si no se ha divulgado la Fuga de san Cristóbal en la prensa española –como ya ocurrió en 1938-, no será porque no ha tenido ocasión de hacerlo. Ya es sintomático que ni el libro de Sierra ni el de Sierra y Alforja recibieran un tratamiento mediático como el que ha recibido dicha autora en las páginas de El País. ¿Acaso le interesa al periódico madrileño dicha historia? Pues no lo ha demostrado durante estos últimos años. Al parecer, publicar en Ediciones B tiene mucho más pedigrí que hacerlo “en provincias”.

Me parece sintomático que la autora, en el único momento en que habla de literatura, lo sea para hablar de la voz de la narradora, y que, paradójicamente, y a instancias de Alforja, dicha voz la quitase finalmente de la novela.

Asegura su autora que se ha inventado las tramas de los personajes. Enhorabuena. Si son un invento, eso quiere decir que no tienen ningún rigor histórico. Así que no sé, finalmente, qué es lo que quiere divulgar en realidad entre el gran público.

No entiendo muy bien a qué viene ponderar la novela basándose en que se trata de un tema actual. Y, menos aún, comparar la fuga de los presos de san Cristóbal con las revueltas actuales en el mundo árabe. Ello se debe, según la autora, a que tanto los árabes como los fugados “estaban hartos de un destino que no habían escogido. Sólo querían descubrir si la libertad sabe mejor que el agua y las patatas”. Cabe sospechar, entonces, que los presos de san Cristóbal no se hubiesen fugado si sus carceleros los hubiesen alimentado a lo Bocuse o a base de pochas con chorizo, que tampoco están mal.

Si la autora quiere que “se conozca la historia de estos presos y lo mal que lo pasaron en el penal” ya que “su peripecia merece ser recordada como se recuerda la de otros nombres importante”, y que su novela es un buen instrumento para ello, no seré yo quien le niegue tal entusiasmo. Pero lo cierto es que nada como las aportaciones de Sierra y Alforja para conocer lo que fue aquella fuga.

Y ahora un detalle que nada tiene que ver con la novela en sí misma considerada. He leído en el Diario de Noticias y en El País que las autoridades permitieron a la autora y a los periodistas entrar sin problemas en el Fuerte. Los militares no han permitido nunca que ninguno de los viejillos supervivientes entraran en el Fuerte cuando llegaban a las verjas del penal a recordar la fuga y a sus compañeros de penalidades. Y, ahora, para hacer la publicidad de un libro son todo facilidades. ¿Por qué?

Sobre el autor del artículo: Victor Moreno

Blog de Victor Moreno

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3 Responses to Victor Moreno. La novela como forma de divulgación

  1. Victor says:

    “A C. Domingo.
    Tiene usted razón. Discutir con alguien cuyas razones son tan zafias y
    falaces, es, en verdad, una pérdida de tiempo, y un aburrimiento.
    Además, > quien da consejos a los demás y los rechaz para, sí es un necio.
    Cervantes > dixit. Y con necios, lo mejor es dejarlo pasar.”

  2. Ángel Lacort says:

    ¿Modesta posición de escritora de provincias?
    Pues menos mal que para tanta modestia le abrieron las puertas del fuerte con la corte de periodistas que trajo.

    Gustará, o nó, la exposición de razones del sr. Moreno, pero si toda la contestación consiste en considerar que la crítica es producto de la envidia, apaga y vámonos.

    Se le olvida a la escritora que la repercusión depende del negocio que vislumbre una editorial con «poderes» para invertir en el negocio. Salvo que se nos quiera convencer de que Ediciones B ha publicado la novela por amor a la República.
    Supongo que no pretenderá sumar como prueba de calidad el hecho de que a los familiares les parezca bien que los represaliados salgan en la novela, porque la misma bibliotecaria a la que alude le puede explicar lo del tocino y la velocidad.

    De las consideraciones de psicóloga para hacer flexiones y mantener la línea, mejor dejarlas pasar, pues hablan por sí solas.

    En los tiempos que corren, no sólo se ciscan en los que perdimos la guerra a diario, sino que sale gente muy «solidaria» que sabe sacarle partido. Por nuestro bien, ¡claro!

  3. carmen says:

    amigo víctor
    he dudado si contestarte o no tras leer este artículo tuyo, por aquello de que el mejor desprecio es no hacer aprecio. Pero al fin he decidido dedicarte unos minutos y restárselos a mi próximo trabajo para el que también necesito bastante documentación, para aclararte alguna cosilla que, creo, se te escapa y me sabe mal que te quedes con la mitad de la información.
    No sé, si alguno de tus libros ha tenido la repercusión que he tenido con “La fuga”, no lo sé pero lo dudo. Y lo dudo porque tú, como yo, sabemos que, por suerte o por desgracia la repercusión que uno tiene cuando publica no depende ni del trabajo, ni de la ilusión, ni de las horas de investigación que uno dedique a un proyecto. Muchos son los factores, como bien deberías saber, que influyen en ello. dicho esto, siento que tus libros no la hayan tenido.
    Iñaki, un muy buen amigo mío, fue quien, casualmente, me animó a escribir una novela que, finalmente, ha acabado siendo publicada. Como todo, me permito decirte, lo que planteo a las editoriales, tengo esa suerte como autora.
    La diferencia entre realidad, ficción, novela histórica o ensayo es algo que, creo, está tan claro o difuso, como prefieras, que no creo que sea yo la que tenga que explicártela, porque seguro que en la universidad si hablas con la bibliotecaria puede aconsejarte un par de ensayos sesudos. Tan sólo una cosita, mantuve los nombres reales porque yo, desde mi modesta posición de escritora de provincias, pensé que era la forma que tenía de homenajear a unos hombres de los que casi nadie ha oído hablar. Algo que, por cierto, me han agradecido explícitamente muchos de los familiares de los mismos.
    Sin más, espero que disfrutes de tus próximas lecturas y, desdemi modestia, te aconsejo que leas temas o autores con los que no puedas establecer comparaciones con tu obra o vida cosa que, veo, te provoca cierto malestar.

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