Carro compra

 x 

Carro vacío
  • Mari Paz Jiménez eta pintura
  • Dinosauro-ametsak
  • Hartz Arre, Hartz Arre, zer ikusmira?
  • Ata Pank eta Ate Punky. BISITA
  • haragizko erreformak
  • Munduari bira eman zion ontzia
  • Hodeiekin dantzan
  • Familia txikia
  • Urdaburutarrak
  • Elurzuriren hiru heriotzak
  • Gose biziko beldarra
  • Ata Pank eta Ate Punky. BISITA
  • Norberak maite duena
  • Vicente Madoz, el psiquiatra humanista
  • Mi nombre es el recuerdo. Poemas contra el feminicidio
  • Axularren gerizapean
  • Elio Antonio de Nebrija. La guerra de Navarra
  • Resistiendas

Por José Antequera. Viernes, 22 de enero de 2016

A Bernardo Atxaga (Asteasu, Guipúzcoa, 1951) en realidad le gustaría vivir en Obaba, ese lugar imaginario casi mágico que se ha inventado para sus novelas y cuentos y que, como en su día hiciera García Márquez con Macondo o Faulkner con aquella ciudad de nombre impronunciable, ha elevado a la categoría de escenario mítico universal.

En un mundo que se hunde en la superficialidad y que avanza vertiginosamente hacia el maquinismo digital, al escritor en euskera más traducido del mundo y Premio Nacional de Narrativa cada vez le apasiona más hablar de campesinos y vacas, de casas y árboles, de azadas y pájaros, del olor sincero y fresco a hierba, ese mundo rural donde solo hay “soledad y espacio”, pero también solidaridad entre vecinos y un “conglomerado de herencia cultural” que ya no se puede encontrar en las grandes ciudades. “Estados Unidos es el lugar más solitario del mundo, es cierto que hay mucha gente viviendo en las ciudades, pero cuando recorres el país te puedes tirar cientos de kilómetros sin ver a nadie, viendo solo pinos”, asegura en una reciente conferencia en el Centro Niemeyer de Avilés, donde habló sobre su experiencia vital en Norteamérica, el país que le inspiró Días de Nevada, una de sus últimas novelas.

Dice sentir “miedo” ante la posibilidad de que el problema catalán termine en una solución de fuerza y con violencia (quizá sea porque se define como un “hipocondríaco”) y por la escasa preparación intelectual y moral de unos políticos que “ya solo hablan un lenguaje publicitario”. Bernardo Atxaga es, hoy día, una de nuestras voces literarias más potentes y originales, un escritor conocido y respetado en el extranjero pero que aquí, en España –quizá porque seguimos utilizando las lenguas propias como armas arrojadizas y todo lo que salga de un idioma periférico es considerado algo menor–, aún no hemos llegado a situar en el lugar que se merece.

Leer la entrevista

El sitio empleará cookies para recordar su idioma y opciones de navegación, si usted está de acuerdo: